Ictus: síntomas para detectarlo

¿Sabrías detectar que una persona de tu alrededor está sufriendo un Ictus? Pues es de vital importancia ya que la detección precoz y la atención médica especializada en los primeros instantes es básica para aumentar la supervivencia de los afectados así como para minimizar las secuelas. 

    Un ictus es siempre una urgencia médica y cuando se detecta que alguien lo está padeciendo se debe llamar a emergencias y no trasladar al paciente al hospital por medios propios. Recuerda que nunca debes darle nada de comer o beber (podría atragantarse), forzarle a hablar o moverse, administrar medicamentos, inmovilizar el cuello ni dejarla sola mientras llega la asistencia médica.

    Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), cada año unas 120.000 personas sufren un ictus en España, de los cuales un 50% quedan con secuelas discapacitantes o fallecen. En los últimos años, la mortalidad y discapacidad por ictus ha disminuido, gracias a la mejora en la detección precoz y el control de los factores de riesgo. 

    SINTOMAS:

    Identificar los síntomas a la mayor brevedad es muy importante para la evolución de la patología.

    • Alteración brusca del lenguaje, con dificultades para hablar o entender.
    • Pérdida brusca de fuerza o sensibilidad en una parte del cuerpo. Generalmente afecta a una mitad del cuerpo y se manifiesta sobre todo en la cara y/o en las extremidades.
    • Alteración brusca de la visión, como pérdida de visión por un ojo, visión doble o incapacidad para apreciar objetos en algún lado de nuestro campo visual.
    • Pérdida brusca de coordinación o equilibrio.
    • Dolor de cabeza muy intenso y diferente a otros dolores de cabeza habituales.
    • Pueden aparecer varios de estos síntomas, aunque uno solo es motivo suficiente para llamar a Urgencias.

     

    PREVENCIÓN Y FACTORES DE RIESGO:

    No existe un método para evitar que podamos padecer esta patología, pero si está a nuestra disposición la opción de mantener un estilo de vida sano para ayudar a prevenirlas.

    • Alimentación Saludable. Una dieta mediterránea variada, con verduras y frutas, y baja en grasas saturadas, limitando el consumo de sal.
    • Realizar actividad física. Evitar el sedentarismo.
    • Evitar el tabaco y el alcohol.
    • Fármacos. Dependiendo de la causa de la patología se deberán emplear unos u otros tratamientos, siempre diagnosticados por un profesional.

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